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¿Cómo sabemos que las declaraciones de los testigos de la masacre de Babi Yar son creíbles y confiables?
Los negacionistas del Holocausto argumentan lo siguiente:
Las declaraciones de los testigos oculares sobre la masacre de 33,771 judíos en el barranco de Babi Yar, Kiev, Ucrania, se contradicen y presentan afirmaciones disparatadas.
Por ejemplo, Herbert Tiedemann, un negacionista del Holocausto y autor de “Babi Yar: Critical Questions and Comments”, afirma: “En el caso de Babi Yar, los testigos y los alegatos… recibieron credibilidad a ciegas a pesar de que se contradicen y aducen las situaciones imposibles más ridículas”.[1] Para hacer frente a esto, Tiedemann afirma que aplicará una “metodología científica” al asunto.
Los hechos son:
Los historiadores responsables realizan una verificación cruzada entre las declaraciones de testigos oculares, los documentos principales y la evidencia física para obtener una representación creíble de lo que sucedió en el pasado. En el barranco de Babi Yar, en Kiev, los nazis y sus colaboradores masacraron a 33,771 judíos. Las fuentes principales —los informes del Einsatzgruppen y los testimonios de perpetradores, testigos y sobrevivientes judíos— coinciden en los puntos principales
¿Cuál es la “confusión” y la “ridiculez” que alega Tiedemann:
El negacionista del Holocausto Herbert Tiedemann reunió numerosas piezas de información sobre Babi Yar, sin tener en cuenta la falta de autoridad o confiabilidad de las fuentes. Algunas de sus fuentes fueron las siguientes:
- Catorce elementos de artículos de diario y organizaciones clandestinas que traficaban la información hacia occidente, y de oficiales soviéticos. (Estos entran en la categoría de reportes de tercera mano basados en información poco confiable. Pueden descartarse como evidencia primaria).
- Diecinueve elementos de fuentes no primarias: enciclopedias, novelas, películas, programas de televisión, declaraciones en ceremonias de homenaje, y los escritos de novelistas y poetas. (Aparte del libro de Anatoli Kuznetsov, Babi Yar, que es una memoria en formato novela, diseñada para pasar por los censores soviéticos, la mayoría de estas fuentes tampoco son evidencia primaria).
- Seis testigos oculares secundarios con declaraciones de tipo: “mi hermana me dijo que el primo segundo de su esposo le dijo que…” Una vez más, aunque sea interesante, estas no son fuentes primarias. Como evidencia de respaldo, se pueden utilizar en la medida que se interpreten con cautela y que se verifiquen con las declaraciones primarias de testigos presenciales.
- Ocho declaraciones primarias de testigos oculares: sobrevivientes judíos, perpetradores y transeúntes. Estas personas estuvieron ahí y vieron la masacre en persona.
¿Cuál es el problema con el uso de estas fuentes? Tiedemann y otros negacionistas del Holocausto elevan la importancia de muchas fuentes secundarias o declaraciones de personas que no presenciaron los hechos. Tiedemann y otros negacionistas del Holocausto recortan testimonios de testigos oculares buscando “inconsistencias” sobre todo para usar las diferencias de punto de vista como medio para desestimar testimonios enteros. Otros como Tiedemann alegan esas diferencias para demostrar que las declaraciones de los testigos son falsas o ficticias.
Testimonio ocular de sobrevivientes sobre la masacre de Babi Yar:
Por ejemplo, luego de que Tiedemann reunió la evidencia de cuatro mujeres sobrevivientes a la masacre, Dina Pronicheva, Riva Kogut (Riassa Genrichovna Dashkevih), Nesya Elgort y Yelena Yefimovna Knysh, separó y recortó cada historia con minucia buscando “inconsistencias” que en realidad son diferencias de punto de vista o en la experiencia. Varios testimonios muestran cómo Tiedemann escudriña las declaraciones de los testigos con poco interés por la metodología histórica.
Por ejemplo, Yelena Yefimovna Knysh declaró que llegó a Babi Yar cargando en brazos a su hija de 4 años. Ya era casi de noche cuando llegaron, según su declaración: “Tomaron nuestra ropa, confiscaron todas nuestras pertenencias y nos llevaron a cincuenta metros de allí, donde tomaron nuestros documentos, dinero, aros y anillos”. Su hija permanecía en silencio como ella le había indicado, pero “le temblaba todo el cuerpo”. “Todos estaban completamente desnudos… A medianoche se dio la orden en Alemania de ponernos en fila. No esperé la siguiente orden, sino que tiré a mi hija a la zanja y caí encima de ella. Segundos después otros cuerpos comenzaron a caer encima mío. Luego hubo silencio. Siguieron los disparos y más gente muerta caía en la fosa. Sentí que mi hija no se movía. Me incliné hacia ella, cubriéndola con mi cuerpo… La ejecución había empezado a las 9:00 de la mañana y había sangre por todos lados. Estábamos encerradas entre cuerpos. Oí a alguien que caminaba entre los cuerpos y maldecía en alemán. Un soldado alemán estaba verificando con una bayoneta que nadie estuviera vivo. Por suerte se paró sobre mí y no me tocó con la bayoneta”.[4]
Knysh esperó hasta que los alemanes dejaran la zona, luego tomó a su hija de la pila de cuerpos y salió de la zanja. Su único deseo era mantenerse, ella y su hija, alejadas de los alemanes. Su hija estaba inconsciente y Yelena temía por su vida. Al fin, la niña revivió un poco y comenzaron un largo viaje escondiéndose hasta el final de la guerra.
Otra mujer sobreviviente fue Dina Pronicheva. Era judía, pero estaba casada con un ruso Viktor Aleksandrovich Pronichev y tenía dos hijos. El 29 de septiembre de 1941 fue a Babi Yar con sus padres y su hermana menor, quienes fueron asesinados allí. Mientras esperaba, Dina observaba cómo se ordenaba a grupos de judíos horrorizados que se quitaran la ropa y se los conducía a través de una brecha en una pared de arena empinada. Atardecía cuando se empujó a su grupo a través de la abertura en la arena. Pasaron a una cantera de arena. Se los hizo caminar en una fila única por una cornisa estrecha que bordeaba la fosa. Debajo había un mar de cuerpos. Del otro lado del barranco, había una línea de ametralladoras apuntándoles. A medida que las personas comenzaron a caer en la fosa, Dina saltó. Luego permaneció quieta con los ojos cerrados. Alrededor había sonidos extraños y terribles y toda la masa de cuerpos se movía a medida que caían más cuerpos y por los movimientos de los que estaban aún vivos.
Luego, oyó a los alemanes con linternas caminando sobre los cuerpos, inclinándose y tomando cosas de los muertos o matando a aquellos que daban señales de vida. Un hombre la pisó directamente, y le rompió los huesos de la mano derecha y le lastimó el pecho. De alguna manera logró quedarse quieta y el oficial no notó que aún estaba viva. De la cima de la fosa, los hombres empezaron a arrojar arena y tierra sobre las capas de cuerpos. Cuando la arena empezó a cubrir la boca de Dina, entró en pánico y empezó a tratar de liberarse, dispuesta a recibir un disparo en vez de ser enterrada viva. Con la mano izquierda se quitó la arena de encima. Ahora era de noche, y Dina empezó a arrastrarse hacia el costado más cercano de la fosa, trepó con gran dificultad y finalmente pudo salir. Allí encontró un niño pequeño que también había logrado salir de la fosa. (Luego fue asesinado al intentar escapar de la zona). Se arrastraron juntos para salir de la fosa y cuando amaneció, luego de una serie de eventos peligrosos, Dina logró encontrar ayuda y se escondió hasta el final de la guerra.[6]
Dina declaró su experiencia al menos 12 veces, por escrito o en forma oral, o bajo juramento en varios tribunales, desde 1940 en adelante. Brindó cuatro testimonios durante las investigaciones judiciales soviéticas y alemanas y los procesos judiciales en 1946 y 1967-1968 respectivamente. También brindó otros cuatro testimonios a periodistas soviéticos, historiadores, novelistas y un escritor judío que luego emigró. Dos son declaraciones de segunda mano.[7] En algunas declaraciones, Pronicheva recuerda más detalles, en otras menos, pero todas coinciden en las afirmaciones principales.
Tiedemann dice que los testimonios de Pronicheva son simplemente una “historia”, y duda del método de asesinato con armas de fuego supuestamente utilizado por los nazis. Se pregunta… ¿Por qué los alemanes no se mataron entre sí en el barranco?[8] Este cuestionamiento ignora el testimonio real brindado por Pronicheva, quien dejó en claro que las víctimas estaban en una colina con una pared de arena detrás que absorbía las balas. Esto no permitía que los asesinos alemanes pudieran herir o matar a sus compañeros ejecutores. Este es un ejemplo de la falsa lectura de los testimonios realizada por Tiedemann.
Más bien, como el testimonio de Pronicheva es una de las declaraciones de testigos más conocidas y en general es devastador para los argumentos de los negacionistas del Holocausto, Tiedemann apela a ataques ad hominem. Denigra el carácter de Pronicheva acusándola de tener una facilidad para “confabular” solo porque antes de la Segunda Guerra Mundial fue actriz en un teatro con marionetas[9]
En la actualidad, los testimonios brindados por los sobrevivientes de Babi Yar sugieren varias similitudes clave. Todos mencionan la misma experiencia traumática: desvestirse, el pozo en el banco de arena, la fosa y la matanza de los que aún estaban vivos. Además, tanto Pronicheva como Brodoyanski-Knysh fueron baleadas al anochecer, y luego los alemanes abandonaron el lugar, lo cual les permitió salir de la fosa. Otros testimonios, como el de Nesya Elgort, brindan datos similares.
Otros testigos oculares de la masacre de Babi Yar:
También hubo testigos y perpetradores que vieron o participaron en las ejecuciones y declararon sobre Babi Yar luego de la guerra.
Höfer, un conductor de camiones alemán, recibió la orden de ir al barranco para retirar la ropa de los judíos asesinados. Vio cómo se obligaba a los judíos a desprenderse de sus documentos, equipaje, objetos y ropas y luego vio cómo los llevaban a las entradas del barranco. Höfer describió que esta parte del barranco tenía casi 150 metros de largo, 30 de ancho y 15 de profundidad.
Mientras que se cargaban los elementos robados al camión, Höfer aprovechó para ver las ejecuciones en el barranco: “Dos o tres entradas angostas llevaban a este barranco por el cual pasaban los judíos. Cuando llegaban al final, los miembros de la Schutzpolizei los arrojaba encima de los judíos que ya habían sido asesinados. Todo pasaba muy rápido. Los cuerpos estaban literalmente en capas. Un policía tirador se acercaba y disparaba a cada judío en el cuello con una ametralladora…Vi a estos tiradores parados sobre las capas de cuerpos y disparando a uno tras otro. Cuando un judío era asesinado, el tirador caminaba entre los cuerpos de los judíos asesinados hasta el próximo judío vivo, que yacía en el suelo, y luego lo mataba. Continuaba así sin cesar, sin distinguir entre hombres, mujeres y niños… había un “empaquetador” en las entradas del barranco. Estos empaquetadores eran Schutzpolizisten cuya tarea era colocar a la víctima sobre los otros cuerpos para que el tirador solo tuviera que pasar y disparar”.[10]
Kurt Werner, un miembro del Sonderkommando 4a, también declaró sobre su participación en la ejecución: “Se observaba un gran movimiento… Había innumerables judíos reunidos allí y se había asignado un lugar donde los judíos tenían que entregar su ropa y equipaje. A un kilómetro de distancia vi un barranco natural muy grande… Cuando llegué a la zona de ejecución, me enviaron al fondo del barranco con otros hombres. Hacía poco nos habían enviado a los primeros judíos por el costado del barranco. Los judíos tenían que ponerse boca abajo en la tierra junto a las paredes del barranco. Había tres grupos de tiradores en el fondo del barranco, cada uno con doce hombres aproximadamente. Cada grupo sucesivo de judíos tenía que permanecer encima de los que ya habían sido asesinados. El tirador se paraba detrás de los judíos y los mataba con un disparo en el cuello…Tuve que pasar toda la mañana en el barranco. Durante cierto tiempo tuve que disparar sin parar”.[11] Estos testimonios muestran que no solo los sobrevivientes declararon que el asesinato sucedió, sino que los perpetradores y los colaboradores también.
Conclusión:
Las declaraciones de los testigos presenciales de la masacre de Babi Yar no se contradicen, como afirman los negacionistas. La metodología del negacionista del Holocausto Herbert Tiedemann, por otra parte, consistió en reunir cada pieza de información que pudiera encontrar sobre Babi Yar, más allá de que fuese pequeña, no autorizada, distante o tendenciosa desde un punto de vista ideológico. Muchas de estas fuentes son secundarias, poco confiables o irrelevantes. Como otros negacionistas, Tiedemann usa estos trozos de información para generar confusión y contradicciones donde no las hay. Su insistencia en el hecho que utilizó una “metodología científica” para estos testimonios supuestamente conflictivos no representa un análisis histórico eficaz.
Al contrario, si tomamos en cuenta las fuentes primarias, como los reportes del Einsatzgruppen y las declaraciones de los perpetradores alemanes, los testigos locales y los sobrevivientes de Babi Yar, todos coinciden en los principales puntos. [12] La evidencia demuestra que 33,771 judíos fueron asesinados en dos días en Babi Yar por asesinos que elevaron a bellas artes el asesinato brutal.
NOTAS
[1] Herbert Tiedemann, “Babi Yar: Critical Questions and Comments”, (“6.6. Securing Evidence”) en www.vho.org/GB/Books/dth/fndbabiyar.html.
[2] Una versión más completa del testimonio de Elgort puede leerse en el libro de Ilya Ehrenburg y Vasily Grossman (editores), The Black Book (Holocaust Library, 1980), pp. 8, 9.
[3] Herbert Tiedemann, “Babi Yar: Critical Questions and Comments”, (“4. Eyewitness Accounts”).
[4] Ilya Ehrenburg y Vasily Grossman (editores), The Black Book (Holocaust Library, 1980), pp. 9, 10. Otra maneara de escribir el nombre de Knysh es Elena Efimovna Knish. Knish también contó la misma historia a la NKVDS (policía secreta soviética) el 2 de marzo de 1944. La transcripción está disponible en el libro de Ziama Trubakov The Riddle of Babi Yar: A True Story Written by a Survivor of Mass Massacres in Kiev in 1941-43 (traducido, editado y completado por Reyzl Yitkin) en el sitio 3758. El libro fue traducido en inglés y está disponible en Kindle.
[5] Herbert Tiedemann, “Babi Yar: Critical Questions and Comments”, (“4. Eyewitness Accounts”).
[6] A. Anatoli Kuznetsov, Babi Yar: A Document in the Form of a Novel, traducido por David Floyd (Farrar, Straus y Giroux, 1970), pp. 98-119.
[7] Para un análisis completo de distintos testimonios de Dina Pronicheva véase Karel C. Berkhoff, “Dina Pronicheva’s Story of Surviving the Babi Yar Massacre: German, Jewish, Soviet, Russian, and Ukrainian Records”, en el trabajo de Ray Brandon y Wendy Lower (editores), The Shoah in the Ukraine: History, Testimony and Memorialization (Indiana University Press, 2008), pp. 291-317.
[8] Herbert Tiedemann, “Babi Yar: Critical Questions and Comments”, (“4. Eyewitness Accounts”).
[9] Herbert Tiedemann, “Babi Yar: Critical Questions and Comments”, (“4. Eyewitness Accounts”).
[10] Ernst Klee, Willi Dressen y Volker Riess (editores), “The Good Old Days”: The Holocaust as Seen by Its Perpetrators and Bystanders (Free Press, 1988), pp. 63-66.
[11] Ernst Klee, Willi Dressen y Volker Riess (editores), “The Good Old Days”: The Holocaust as Seen by Its Perpetrators and Bystanders (Free Press, 1988), pp. 66, 67. El testimonio de Werner indica que se empleó más de un método de ejecución, probablemente en distintas partes del barranco y por distintos escuadrones de ejecución. Algunas víctimas eran arrojadas al fondo del barranco, debían yacer encima de los cuerpos y luego se las asesinaba con un disparo. Friedrich Jeckeln, el líder de la policía de las SS en la zona de Kiev, llamó a esto ‘Sardinenpackung’ (‘empaquetamiento como sardinas’) y habló al respecto con sus jefes y colegas. (Richard L. Rubenstein y John K. Roth, Approaches to the Holocaust: Legacy of the Holocaust (Westminster John Knox Press, 2003), p. 179. Otros grupos fueron asesinados al borde del barranco y sus cuerpos cayeron dentro de él. En ambos casos, los alemanes y sus ayudantes caminaron por entre los cuerpos buscando los que estaban vivos y matándolos con un disparo.
[12] Operational Situation Report USSR No.101, del 2 de octubre de 1941 y Occupational Situation Report USSR No. 106, del 7 de octubre 1941 en el trabajo de Yitzhak Arad, Shmuel Krakowski y Shmuel Spector (editores), The Einsatzgruppen Reports: Selections from the Dispatches of the Nazi Death Squads’ Campaign Against the Jews in Occupied Territories of the Soviet Union July 1941-January 1943 (Holocaust Library, 1989), pp. 168, 173. (Informes discutidos en detalle en la sección Einsatzgruppen.)