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¿Cómo fue posible para Ana Frank, su familia y sus amigos permanecer ocultos en el Anexo Secreto durante 25 meses sin ser descubiertos?
Los negacionistas del Holocausto argumentan lo siguiente:
Los Frank y sus amigos, que estaban escondidos en el Anexo Secreto, deberían haber sido descubiertos mucho antes de que transcurriesen 25 meses.
Por ejemplo, en 1982, Robert Faurisson, un negacionista francés del Holocausto, se refirió al lugar de escondite de los Frank como “una casa de vidrio”, en la que los vecinos podían fácilmente ver a los Frank y a sus amigos.[1] Además, argumentó que la “estantería móvil era algo “absurdo”; según él, la gente hubiera no solo visto la instalación, sino también la “extrañeza” de su ubicación. Faurisson sugiere que es “muy improbable que haya habido vida secreta en tal sitio”. Tales “improbabilidades, incoherencias y absurdos” implican que el diario de Ana nunca pudo haber sido “auténtico”. Al contrario, Faurisson afirma que es un “fraude literario” y debe “colocarse en el estante ya colmado de memorias falsas”.[2]
Los hechos son:
No hay motivos por los que los habitantes del Anexo Secreto no hubieran podido estar escondidos durante 25 meses sin ser capturados. Se aseguraron de no hacer ruido cuando había gente en el edificio. La disposición del anexo y sus protectores también los ayudaron a permanecer escondidos.
Los hechos sobre la vida en el Anexo Secreto:
Ruidos:
Cuando los negacionistas del Holocausto, como Faurisson, argumentan que los que estuvieron en el Anexo deberían haber sido oídos por los vecinos y los empleados de la oficina, están usando el diario de Ana como fuente principal. Por ejemplo, Faurisson hizo referencia a cada ruido menor que Ana menciona en su diario. Así, observa que el 5 de agosto de 1943, la Srta. van Daan usó una aspiradora a las 12:30 del mediodía. Según él, esta actividad podía haber hecho que los capturen fácilmente. En su lectura, sin embargo, ignora el hecho de que la Srta. van Daan solo empezó a aspirar durante el horario de almuerzo de los oficinistas. Y así se registra en el diario de Ana, donde se lee que toda “la pandilla respira con alivio” porque los hombres del almacén se fueron a almorzar a sus casas”.[3]
Los Frank y sus amigos sí tenían miedo de que la gente en la oficina o en los edificios cercanos a 263 Prinsengracht pudieran oírlos y, por lo tanto, tomaban recaudos. Trataban de ser lo más silenciosos posible de 8:00 a.m. a 6:00 p.m., cuando el negocio de abajo estaba abierto. No hacían ningún ruido intencional hasta que uno de sus protectores les diera la señal de que el edificio estaba oficialmente vacío. Ana escribió cuánto le molestaba “tener que estar sentada todo el día y no pronunciar una palabra… En general tenemos que hablar susurrando, no poder hablar o moverse en lo absoluto es diez veces peor”, (1 de octubre 1942).
A pesar de sus mejores esfuerzos, la familia Frank y sus amigos sí tuvieron situaciones de riesgo. Una vez, dos vecinos jóvenes, que sabían que el depósito contenía objetos de valor, irrumpieron en el edificio. Cuando estaban en el depósito, uno de ellos señaló más tarde: “De repente oí que alguien tiraba la cadena del baño. Se oyó correr el agua por el caño tal como en nuestra casa. Ahí me di cuenta de inmediato que había gente en el edificio y pensé: ‘¡Salgamos de aquí!’ No dijimos nada de esto. Estábamos acostumbrados a mantener la boca cerrada porque a veces también había gente escondida en nuestra casa”.[4]Esta situación, como otras de las que relata Ana en su diario, sorprendió a los Frank y a sus amigos y los dejó muy preocupados. Ana escribe sobre cuán a menudo sentían que los iban a capturar.
Vecinos y exposición:
En el sitio donde estaba ubicado el Anexo, en 263 Prinsengracht, había en realidad dos casas separadas que compartían un lugar de depósito en común. Este depósito se extiende desde el frente hasta el fondo del edificio. Sin embargo, desde la calle y el canal, no hay ninguna indicación visible de una porción que esté separada de la casa, donde está situado el anexo. No obstante, hay ventanas en el anexo que dan a un patio. Este patio está rodeado por un bloque de casas, cuyos fondos comparten este espacio en común.
El negacionista del Holocausto Robert Faurisson alega que los que se escondían en el anexo usaban luces eléctricas y velas que podían ser vistas desde el patio. Por el contrario, cuando los Frank estaban escondidos allí, las ventanas en la parte trasera del edificio (la zona del anexo) estaban cubiertas con cortinas. Los Frank y sus amigos se aseguraron de mantener estas cortinas cerradas para evitar sospechas. Ana registra esto: “a las ocho todos bajábamos las escaleras a oscuras… hasta la alcoba. Allí podíamos encender la luz, porque esa habitación no tenía ventanas”. (7 de diciembre de 1942)
La estantería/armario móvil:
A la entrada del anexo solo se podía acceder por la oficina privada del director, Victor Kugler, que era uno de los protectores de los Frank. El anexo estaba escondido por una estantería/armario móvil que camuflaba su única entrada. Los visitantes del negocio nunca podían ir más allá de la oficina de Kluger. Por ende, las personas que entraban desde la calle no podían acceder en forma directa a la escalera que llevaba al anexo a menos que pasaran por la oficina de Kugler. Otro de sus protectores, Johan Voskuijl, fue quien construyó la estantería móvil. La instalación de la estantería no hubiese llamado la atención de nadie que no supiera que el anexo estaba detrás.[5]
Además, la estantería no resulta “extraña” a la vista. No hay indicación de que esté fuera de lugar. La habitación parece un espacio para guardar registros de negocio que casi no se usan y otros elementos; por lo tanto, la estantería es un mueble natural en ese contexto. No hay motivos para pensar que hay una habitación detrás de la estantería excepto que se conociera la casa o que se contara con una copia del plano del edificio. En el diario de Ana se menciona la eficacia de la estantería el día 11 de abril de 1944:
A las diez, pasos en la escalera: papá, pálido y nervioso, entró, seguido del señor Van Daan. ‘Apaguen todas las luces. Suban sin hacer ruido. Es de temer que venga la policía’… No pensamos en nada, simplemente nos quedamos sentados en la más absoluta oscuridad… nadie se movía. Pasos en la escalera, luego ruidos en la estantería. Este momento es indescriptible… A todos nos atravesó un escalofrío, oí varios castañeteos de dientes, todos permanecimos en silencio.
Modelo de la casa de Ana Frank, por Alexisrael [dominio público], Creative Commons Attribution-Share Alike 3.0, a través de Wikimedia commons.
Al final, los intrusos partieron sin descubrir el secreto de la estantería. Este es un testamento de su presencia natural en la pequeña habitación. Cuando los Frank fueron arrestados, la policía fue directamente a la puerta con la estantería porque su informante les brindó la ubicación exacta.
Sin dudas, la vida en el Anexo Secreto era peligrosa y precaria pero varios factores (la disposición de la casa, sus protectores y sus medidas de precaución) permitieron que los Frank y sus amigos pudieran permanecer ocultos durante 25 meses. Esto duró hasta el 4 de agosto de 1944, cuando se les acabó la suerte.
Conclusión:
Los residentes del anexo tuvieron mucho cuidado de ser silenciosos y trataron de no dar ninguna señal de que estaban escondidos allí. Solo cuando el personal de oficina salía del edificio al mediodía y los fines de semana ellos podían tener una vida ligeramente “más normal”. De todas formas, eran muy cuidadosos con las luces y el ruido.
Las cortinas cubrían las ventanas que daban al patio y una estantería móvil camuflaba la entrada al anexo. A pesar de sus precauciones tuvieron varias situaciones de riesgo. Asimismo, parece ser que al menos algunos de los vecinos sabían que había gente en el anexo. Por algún motivo, eligieron no delatarlos. Aquel que traicionó a los Frank parece no haber tenido esas reservas.
Por los motivos indicados antes, la posición de Faurisson, según la cual los Frank y sus amigos deberían haber sido capturados de inmediato, no tiene respaldo.
NOTAS
[1] Robert Faurisson, “Is The Diary of Anne Frank Genuine?” Journal of Historical Review, primavera de 1982 (Vol. 3, N.º 2) en www.ihr.org/jhr/v03/v03p147_Faurisson.html.
[2] Robert Faurisson, “Is The Diary of Anne Frank Genuine?”.
[3] Todas las entradas del diario se tomaron de Anne Frank: The Diary of a Young Girl (edición definitiva, traducido por Susan Massotty, editado por Otto H. Frank y Mirjam Pressler (Bantam Books, 1994).
[4] Véanse las declaraciones de Hans y Els Wijnberg en Inside Anne Frank’s House: An Illustrated Journey Through Anne’s World (Overlook Duckworth, 1999), p. 53.
[5] Inside Anne Frank’s House: An Illustrated Journey Through Anne’s World (Overlook Duckworth, 1999), pp. 72-73, 98.