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¿Cómo sabemos que las posesiones despachadas desde los campos de la muerte de Treblinka, Belzec y Sobibor en realidad provenían de los judíos allí asesinados?
Los negacionistas del Holocausto argumentan lo siguiente:
Los raudales de ropa, posesiones personales y objetos de valor despachados desde los campos de la muerte de Treblinka, Belzec y Sobibor de la Operación Reinhard no demuestran que los campos eran instalaciones de exterminio.
Por ejemplo, Carlo Mattogno, un negacionista italiano del Holocausto, afirma: “No hay nada en los documentos en sí mismos que indique que esos materiales fueran, en realidad, propiedad de los judíos deportados”.[1]
Los hechos son:
Hay numerosos documentos primarios que demuestran el hurto de los objetos valiosos de propietarios judíos en los campos de la muerte de la Operación Reinhard; los nazis y sus colaboradores les robaban las posesiones y después los asesinaban. Entre los documentos en cuestión, se destacan manifiestos de envío ferroviario, directrices e informes nazis, así como declaraciones de testigos presenciales.
Hechos sobre el hurto:
Los nazis y sus colaboradores robaron muchos bienes materiales a sus víctimas judías, lo que incluía ropa, objetos valiosos personales y baratijas de uso diario. Más específicamente, sustraían lo siguiente: relojes, bolígrafos, lápices, productos de afeitado, navajas, tijeras, carteras, ropa de cama de plumas, mantas, paraguas, cochecitos de bebé, bolsos de mano, cinturones de cuero, canastas, pieles animales, ojos de vidrio, espejos, juguetes, abrigos, sombreros, zapatos, ropa interior, entre otros objetos. Incluso los trapos debían reciclarse. Se clasificaban los artículos en colecciones más grandes y se enviaban a las ubicaciones relevantes para su uso durante la guerra.
Todas las ropas y los bienes personales se enviaban al campo de concentración de Majdanek, en Lublin, para su desinfección y reparación. Desde aquí, se enviaban a Alemania para su distribución. El oro (que incluían empastes y dientes de este material), los metales preciosos, las gemas, las joyas y las divisas se enviaban mediante vehículos blindados, o bien a través de un vagón ferroviario especial con la custodia de un guardia de las SS.[2] Jan Piwonski, trabajador del ferrocarril en Sobibor, recordó estos cargamentos:
Sé que los alemanes despacharon ropa desde el campo, porque vi cómo la cargaban en vagones y transportes que partían de allí. Sé también que enviaron cajas […] [que] eran de 1 m [39 pulg] de longitud y muy pesadas. Sé que las cajas eran muy pesadas porque yo mismo las pesé. A partir de las etiquetas en las cajas […] pude distinguir que se enviaban a Berlín. Los ucranianos cargaban las cajas en un vagón de equipaje, y un oficial alemán, armado con un fusil ametrallador, se subía al mismo vagón. Uno de los ucranianos me contó que las cajas contenían monedas de oro… [y que] quizás había joyas costosas y piedras preciosas en el interior.[3]
Evidencia de los documentos primarios:
Tres documentos de envío ferroviario indican que se enviaron 152 vagones de carga con ropa y zapatos desde Treblinka hacia Lublin (Polonia) entre el 9 y el 21 de septiembre de 1942.[4]
Una directriz con fecha del 26 de septiembre de 1942, de August Frank, un oficial del departamento administrativo de los campos de concentración de las SS, codifica el proceso de saqueo. Determinados bienes se enviaban a ubicaciones específicas:
- para depositar en el banco del Reich alemán: divisas alemanas y extranjeras, metales preciosos, joyas, gemas preciosas y semipreciosas, perlas, oro de dientes y limaduras de oro;
- para reparar y “despachar rápidamente a las tropas en la línea de fuego”: relojes de todo tipo, despertadores, plumas estilográficas, lápices mecánicos, afeitadoras manuales y eléctricas, navajas, tijeras y linternas;
- toda la ropa interior y otros artículos de vestir, incluido el calzado, debía pasar por un proceso de clasificación y tasación. La ropa interior de seda pura debía entregarse al Ministerio de Economía del Reich;
- para entregar a la Oficina de Bienestar Principal de Alemanes Étnicos: colchones de plumas, edredones, mantas de lana, tela para trajes, chales, paraguas, bastones, jarras térmicas, cochecitos de bebé, peines, bolsos de mano, cinturones de cuero, canastas de compras, pipas de tabaco, anteojos de sol, espejos, cuchillos de mesa, tenedores, cucharas, mochilas y maletas de cuero o de materiales artificiales;
- también se debía entregar a esa oficina: ropa de cama, almohadas, toallas, pañuelos de tela y manteles;
- para enviar a la oficina médica: anteojos de todo tipo (con excepción de los anteojos con marcos de oro, que se trataban como metales preciosos);
- para entregar al Ministerio de Economía del Reich: pieles valiosas de todo tipo.
Oficina de Bienestar Principal de Alemanes Étnicos, sede de Litzmannstadt, Adolf-Hitler Straße 119 (Łódź, calle 119 Piotrkowska). Hans Wagner, 1940. Bundesarchiv, Bild 137-056310 / CC-BY-SA 3.0 [CC BY-SA 3.0 de (http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0/de/deed.en)], a través de Wikimedia Commons
Al final de su directriz, Frank advertía: “Comprobar que se hayan quitado las estrellas judías de toda la ropa antes de transferirla. Verificar minuciosamente que se hayan extraído todos los objetos valiosos escondidos y cosidos de todos los artículos por transferir”.[5]
Oswald Pohl, director de la Oficina Central de Economía y Administración de las SS, también envió un informe al líder de las SS, Heinrich Himmler, con fecha del 6 de febrero de 1943. En ese documento, Pohl calculaba el valor de las ropas y de los artículos que se habían robado sistemáticamente a sus anteriores propietarios judíos. El escrito lleva el título de “Informe sobre la realización del salvamento textil del reasentamiento judío hasta la fecha”. Los textiles aquí mencionados provienen de los campos de la Operación Reinhard y de Auschwitz-Birkenau. Pohl llegó a las siguientes cifras: 97,000 conjuntos completos de ropa de hombre; 76,000 conjuntos completos de ropa de mujer; 89,000 pares de ropa interior de seda de mujer; 2,700,000 kg de trapos; 62,000 pantalones de hombre; 132,000 camisas de hombre; 31,000 pares de zapatos de hombre; 155,000 abrigos de mujer; 119,000 vestidos; 107,570 piezas de ropa interior femenina; 85,000 bandanas y 111,000 pares de zapatos de mujer. Estos artículos se despacharon desde Lublin hacia diversas ubicaciones del Reich en 825 vagones de carga.[6]
Otro informe, con fecha del 5 de enero de 1944, proviene de Odilo Globocnik, a cargo de la Operación Reinhard. El documento, dirigido a Heinrich Himmler, resume el valor total de dinero y artículos robados a los judíos en el Gobierno General (la Polonia ocupada), que incluía los campos de Treblinka, Sobibor, Belzec, Majdanek y Auschwitz-Birkenau. El valor de los bienes en marcos alemanes ascendía a 178,745,960.59.[7]
Declaraciones de testigos presenciales:
Hubo muchos testigos que reconocieron el hurto por lo que era.
Por ejemplo, Oskar Strawczynski, que trabajaba en la sección de recepción de Treblinka, recuerda:
Hay sábanas y manteles extendidos sobre el suelo, con todo tipo de objetos diseminados sobre ellos. Existe una gran cantidad y una sorprendente variedad: desde los textiles importados más costosos hasta los algodones más baratos, desde los trajes más elegantes hasta los harapos desgastados más económicos. Se pueden observar avenidas de maletas que encierran todo objeto imaginable: artículos de mercería, cosméticos, medicamentos; al parecer, no hay ningún elemento en el mundo que no se pueda encontrar aquí. Los objetos clasificados se llevan a un lado de la plaza, donde se apilan en balas enormes […]. Se designa un lugar especial para las maletas con objetos valiosos. Están repletas de oro precioso, joyas, cadenas y relojes, brazaletes, anillos de diamante y bandas de oro, en su mayor parte, anillos de bodas. Hay tesoros en divisas extranjeras: oro y dólares en billete, libras esterlinas y antiguas monedas de oro rusas. Casi que ni vale la pena mencionar el dinero polaco; hay montañas y montañas. De vez en cuando, aparecen los “judíos de oro”, que clasifican estos tesoros. Quitan las maletas llenas y las reemplazan con vacías. Estas también se llenan rápidamente.[8]
Otro testigo fue Dov Freiberg, sobreviviente de Sobibor, que escribió:
Cargamos los vagones vacíos con todos los artículos clasificados que se habían recolectado en los barracones y los depósitos […]. Vagón tras vagón se cargó con ropa, zapatos y otros artículos utilizables que los judíos habían traído consigo a Sobibor. Todo estaba clasificado y empacado; el jabón de tocador separado del de la ropa; las medias de hombres separadas de las de mujer; las muñecas separadas de otros juguetes. Hasta se ponían los trapos en grandes paquetes. El oro, la plata y otros objetos de valor se habían guardado en maletas y en cajas especiales, ahora cerradas y cargadas en un vagón especial. Aunque corríamos mientras trabajábamos, sin descansar ni un instante, nos llevó todo el día, hasta la noche.[9]
Samuel Rajzman, sobreviviente de Treblinka, mantuvo registros de los vagones ferroviarios que dejaban el campo: 248 vagones ferroviarios de ropa, 100 vagones de carga con zapatos, 22 vagones de carga con material, 260 vagones de carga con ropa de cama, 450 vagones de artículos varios y enseres domésticos, y cientos de vagones adicionales con trapos diversos. En total, Rajzman calculó que los vagones de carga ascendían a 1,500.[10]
Franciszek Zabecki, un polaco que trabajaba en la estación de tren de Treblinka, declaró haber contabilizado más de 1000 vagones llenos de pertenencias que pasaron por la estación.[11]
Durante aproximadamente tres años, desde enero de 1942, Ernst Gollak trabajó como hombre de las SS en los talleres de ropa de las SS en Lublin. Más tarde, recordó:
Desde mayo o junio de 1942, en este campo de ropa de Lublin, se desinfectaban las pieles y los abrigos de los judíos que estaban en los campos de exterminio de Belzec, Treblinka y Sobibor, y se enviaban a Alemania. Los artículos llegaban por medio de trenes de carga, eran descargados [primero] por auxiliares “ucranianos” y luego por los judíos trabajadores, para ser desinfectados y conducidos nuevamente a los vagones de carga […]. Una vez observé en los vagones de carga los nombres de las estaciones de tren: Berlín, Glogau, Breslau y Hirscherg.[12]
Así, las declaraciones de testigos presenciales brindadas por transeúntes polacos, sobrevivientes judíos y perpetradores alemanes, corrobora la evidencia de los documentos primarios.
¿Qué dicen los negacionistas del Holocausto sobre los bienes enumerados en los documentos antes mencionados?
Carlo Mattogno, negacionista italiano del Holocausto, sugiere que, en realidad, la ropa mencionada en los documentos eran uniformes dañados del Ejército alemán. Su argumento se basa en una “carta de porte” (con fecha del 13 de septiembre de 1942) en razón de un cargamento de 50 vagones de carga de Treblinka a Lublin. La “carta de porte” de esos vagones identificaba que contenía “artículos de ropa de las Waffen-SS”. Sostiene que las Waffen-SS (una división élite de la “Wehrmacht”) “no [tenía] relación con el campo de Treblinka”.[13] Por lo tanto, se debe haber tratado de uniformes para remendar.
A decir verdad, Mattogno malinterpreta o tergiversa el funcionamiento interno de los talleres en Lublin. En realidad, estos talleres estuvieron bajo la autoridad de las Waffen-SS hasta marzo de 1943, cuando se transfirieron al mando de Odilo Globocnik, a cargo de la Operación Reinhard. Por lo tanto, en septiembre de 1942, las Waffen-SS habrían manejado la ropa y los bienes robados de los judíos asesinados.[14] Además, no existe ni la más mínima prueba de que estos vagones de carga contuvieran uniformes alemanes. Sí se encuentra una abrumadora cantidad de evidencia convincente, incluidos los documentos alemanes, que indica que estaban llenos de bienes robados de los judíos asesinados.
Mattogno simplemente descarta el informe de Oswald Pohl con fecha del 6 de febrero de 1943: alega que Pohl se refería a los bienes tomados de “campos diversos”, no a los campos específicos de la muerte de la Operación Reinhard y otros campos de exterminio.[15] Aun si Mattogno rechaza este informe, Pohl estaba a cargo de robar los bienes judíos en todos los sitios del Gobierno General, incluidos los campos y los guetos. Esto incluye, en especial, el saqueo proveniente de numerosos campos infames, como los tres campos de la Operación Reinhard, Auschwitz-Birkenau y Majdanek, en Lublin. En su informe, Pohl indica específicamente que los materiales provenían de los campos de la Operación Reinhard y de Auschwitz-Birkenau. Como este último recién comenzaba su etapa más intensa de asesinato en masa industrializado, es muy probable que la mayoría de los textiles provinieran de los campos de la Operación Reinhard, que habían estado operado “a toda máquina” durante un tiempo. Además, en una declaración jurada que proporcionó después de la Segunda Guerra Mundial, indicó que no había duda alguna de que la ropa les había pertenecido a los judíos que habían sido “exterminados”.[16]
Conclusión:
Tanto los documentos nazis como el testimonio de testigos confirman el saqueo desenfrenado de la propiedad judía. En sí misma, esta evidencia no demuestra de forma concluyente los gaseos homicidas de los campos de la Operación Reinhard. Por otro lado, los negacionistas del Holocausto no tienen fundamentos para alegar que el material de los vagones de carga eran meros uniformes del Ejército alemán. Los testigos y los documentos apuntan abrumadoramente al hecho de que se despacharon desde los campos de la Operación Reinhard al menos 1,000 vagones de carga repletos de la ropa y del patrimonio de unos 1,400,000 judíos asesinados. La ropa se restauraba para que los alemanes la utilizaran, y los objetos valiosos se enviaban al banco Reichsbank en Berlín.
Crédito de la fotografía: United States Holocuast Memorial Museum, cortesía de Instytut Pamieci Narodowej
NOTAS
[1] Carlo Mattogno y Jürgen Graf, Treblinka: Extermination Camp or Transit Camp? (Theses & Dissertations Press, 2004), p. 157 en http://vho.org/dl/ENG/t.pdf.
[2] Yitzhak Arad, Belzec, Sobibor, Treblinka: The Operation Reinhard Death Camps (Indiana University Press, 1987), pp. 154-164.
[3] Jules Schelvis, Sobibor: A History of a Nazi Death Camp (Berg, 2007), p. 191.
[4] Yitzhak Arad, Belzec, Sobibor, Treblinka: The Operation Reinhard Death Camps (Indiana University Press, 1987), p. 158.
[5] Yitzhak Arad, Belzec, Sobibor, Treblinka: The Operation Reinhard Death Camps (Indiana University Press, 1987), pp. 145, 555.
[6] Yitzhak Arad, Belzec, Sobibor, Treblinka: The Operation Reinhard Death Camps (Indiana University Press, 1987), p. 160, que cita el documento NO-1257 del Tribunal de Núremberg. Véanse fragmentos de este informe en http://www.nizkor.org/ftp.cgi/camps/auschwitz/ftp.py?camps/auschwitz//documents/no-1257.
[7] Yitzhak Arad, Belzec, Sobibor, Treblinka: The Operation Reinhard Death Camps (Indiana University Press, 1987), pp. 160, 161, que cita el documento PS-4024 del Juicio de Núremberg. Véase este informe en http://www.mazal.org/NO-series/NO-0062-000.htm.
[8] Israel Cymlich y Oskar Strawczynski, Escaping Hell in Treblinka (Yad Vashem y el Programa de Memorias de los Sobrevivientes del Holocausto, 2007), pp. 135, 136.
[9] Dov Freiberg, To Survive Sobibor (Gefen Publishing House, 2007), p. 222.
[10] Yitzhak Arad, Belzec, Sobibor, Treblinka: The Operation Reinhard Death Camps (Indiana University Press, 1987), p. 158, que cita el testimonio de Rajzman en los archivos de Yad Vashem, 0-3/547, 157.
[11] Yitzhak Arad, Belzec, Sobibor, Treblinka: The Operation Reinhard Death Camps (Indiana University Press, 1987), p. 158.
[12] Yitzhak Arad, Belzec, Sobibor, Treblinka: The Operation Reinhard Death Camps (Indiana University Press, 1987), p. 159, que cita un documento del juicio Sobibor-Bolender, Banda 8, pp. 1556-1557. Resáltese que Gollack usa las palabras “campos de exterminio”.
[13] Carlo Mattogno y Jürgen Graf, Treblinka: Extermination Camp or Transit Camp?, p. 157.
[14] Yitzhak Arad, Belzec, Sobibor, Treblinka: The Operation Reinhard Death Camps (Indiana University Press, 1987), p. 159.
[15] Carlo Mattogno y Jürgen Graf, Treblinka: Extermination Camp or Transit Camp?, p. 160.
[16] Joseph Poprzeczny, Odilo Globocnik: Hitler’s Man in the East (McFarland & Company, 2004), p. 260-261.