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¿Cómo sabemos que un motor diésel puede producir suficiente monóxido de carbono en su escape para matar personas?
Los negacionistas del Holocausto argumentan lo siguiente:
La idea de usar gases de escape de motores diésel para asesinar a 1,400,000 judíos en las cámaras de gas de Treblinka, Belzec y Sobibor no tiene sentido porque los gases de escape diésel no son letales.[1]
Por ejemplo, Friedrich Berg, un negacionista norteamericano del Holocausto, es el autor de una serie de artículos en los que argumenta que usar gases de escape de motores diésel para matar humanos es “idiota” y “simplemente poco creíble”.[2] Según Berg, los gases diésel no son letales porque “siempre” contienen “menos de 1% de monóxido de carbono”. Los artículos de Berg parecen bastante impresionantes desde el punto de vista técnico porque incluyen cuadros y gráficos, y dan a pensar al lector promedio que sus afirmaciones tienen respaldo científico.[3]
Los hechos son:
Dos estudios científicos distintos muestran que es posible adaptar un motor diésel para que produzca una cantidad letal de monóxido de carbono.
Los hechos sobre la “ciencia” de Berg:
Dos estudios científicos revisados por expertos y realizados por ingenieros calificados demuestran que los gases de escape de motores diésel pueden contener cantidades letales de monóxido de carbono. Es posible utilizar motores diésel para matar seres humanos.
El primer estudio fue realizado en 1941 por Hotlz y Elliott. Este estudio analizó la composición química de un escape de motores diésel en diferentes condiciones de funcionamiento.
El segundo estudio fue llevado a cabo por R.E. Pattle et al en 1957. En este estudio, se colocaron pequeños animales en un contenedor lleno de gases de escape de un motor diésel y se estudió su reacción.
Los hallazgos del estudio de 1957 de R.E. Pattle y otros:
En el estudio de Pattle, se dirigieron los gases de un motor diésel con cilindro único hacia una cámara con un volumen de 10 metros cúbicos (353 pies cúbicos) de aire, en la que se colocaron ratones, cerdos de guinea y conejos. Se hizo funcionar el motor durante cinco horas en cuatro modos distintos hasta que los animales murieron, quedaron discapacitados o resultó evidente que sobrevivirían.
En el Modo A, se operó el motor según las especificaciones del fabricante. Los animales sobrevivieron las cinco horas y se recuperaron sin síntomas de enfermedad.
En los Modos B y C, el motor se modificó ligeramente. Algunos de los animales murieron en la cuarta hora del experimento y los otros varios días después por daños graves en los pulmones.
Ahora bien, en el Modo D, en el que se utilizó una placa de metal para reducir el tamaño de la entrada de aire, todos los animales murieron en tres horas 20 minutos. El análisis de la atmósfera en el Modo D mostró que contenía 22 por ciento de monóxido de carbono (o 220,000 partes por 1,000,000).[5] Para los humanos, una concentración de monóxido de carbono de 4/10 de uno por ciento (4%) o 4,000 partes por 1,000,000 de partes de la atmósfera es letal.
Lo que dicen los negacionistas del Holocausto sobre el estudio de Pattle y otros:
Los negacionistas del Holocausto como Berg ignoran el hecho de que algunos animales murieron en los Modos B y C. En su lugar, los negacionistas del Holocausto restan importancia al hecho de que todos los animales en el Modo D murieron y enfatizan el hecho de que las muertes demoraron más de 30 minutos; esto es, según los testigos visuales, el tiempo que hacía falta para matar a todas las personas alojadas en una habitación pequeña o en un camión lleno de seres humanos.
Comparar las condiciones de los animales en el estudio de Pattle con las condiciones en las cámaras de gas (para humanos) es lo mismo que comparar manzanas con naranjas:
Primero: el método de introducción de los animales en la jaula y las personas en las cámaras de gas fue muy diferente.
Los animales pequeños en el estudio de Pattle estaban saludables y no estaban estresados cuando ingresaron a la cámara. Sin embargo, los nazis y sus colaboradores solían engendrar el terror entre sus víctimas metiéndolos a la fuerza y rápido en las cámaras de gas. Usaban látigos, perros y armas para asegurar el ritmo. Las personas que están en pánico o que jadean por el miedo respirarán el monóxido de carbono, humo, hollín u otras sustancias tóxicas más rápido. También exhalan dióxido de carbono que se acumula en la atmósfera e imposibilita la capacidad de respirar bien. Además, muchos de los asesinados eran gente mayor, o muy joven o estaban debilitados físicamente debido a la hambruna y a las enfermedades (todo esto habría impactado en la aspiración de monóxido de carbono).[6]
Segundo: el tamaño de los espacios, en relación con sus ocupantes, no era el mismo. Esto hace que cualquier comparación entre los efectos en los animales en una caja y las personas en una cámara de gas sea irrelevante. En el estudio de
Pattle y otros, los animales pequeños se colocaron en un recinto que tenía un volumen de 10 metros cúbicos (353 pies cúbicos) de aire. En las cámaras de gas, cientos de seres humanos eran obligados a entrar apretados en un espacio que tenía aproximadamente 40 a 50 metros cúbicos (1,412 a 1,765 pies cúbicos). Solo sus cuerpos desplazaban la mayor parte del aire en el espacio y lo poco que quedaba para respirar se reemplazaba con gases tóxicos.
Hay evidencia que corrobora que los nazis tomaban en cuenta el espacio cuando ajustaban el tamaño de las camionetas de gas. Willy Just era un supervisor de la tienda en la que se realizaban ajustes en los camiones normales, para transformarlos en camionetas de gas. Just mandó una carta a Walther Rauff, el jefe del programa de camionetas de gas, en la que Just observó que acortar la longitud de los camiones 0.9 metros (3 pies) permitiría llenarlos con gases tóxicos en un “tiempo bastante menor”. [7]
Si en el Modo D, Pattle hubiera puesto a los animales en un área solo una pulgada mayor, ¿cuánto más rápido hubieran muerto? No lo sabemos, pero podemos asumir que hubiera tomado menos de 3 horas 20 minutos.
¿Cómo sabemos que ajustar los motores era un procedimiento simple?:
Ajustar la bomba de combustible o bloquear la entrada de aire no requiere capacidades mecánicas o de ingeniería que estuvieran fuera de alcance de los técnicos de las SS que operaban los motores, tal como declararon los perpetradores.
Por ejemplo, Erich Bauer, el “Gasmeister” (“Experto del gas”) en Sobibor, declaró en concreto que él “trabajaba con motores”. Asimismo, Erich Fuchs, que también trabajó en Sobibor, describió una situación en la que tuvo que reparar un motor: “Instalamos un motor en una base de concreto y conectamos el escape al conducto de salida. Luego yo probé el motor. Casi no funcionaba. Reparé las válvulas y el encendido y al fin pude arrancar el motor”. Estas reparaciones son más complejas y requieren un nivel de conocimiento mayor que realizar un simple ajuste en la entrada de aire o en la mezcla de combustible de motores. Algunos de los auxiliares ucranianos también eran mecánicos.[8]
Conclusión
El trabajo de los negacionistas del Holocausto como Berg no es válido. Asesinar seres humanos usando los gases de escape de un motor diésel no es “idiota” o “simplemente poco creíble” como afirma Berg.
Estudios revisados por expertos y realizados por ingenieros calificados demuestran que los animales pueden morir por una exposición a gases de escape de motores diésel, siempre y cuando se realicen ajustes ligeros en los motores. En estos estudios, algunos animales sobrevivieron y otros murieron luego de un período de varias horas en condiciones relativamente espaciosas. Sin embargo, las condiciones en las cámaras de gas eran distintas. Los seres humanos en estado de pánico y enfermos debían apiñarse en un espacio mucho más pequeño, que luego se llenaba con gases tóxicos de motores diésel modificados. En tales condiciones, la evidencia indica que los humanos podían morir en 30 minutos, por envenenamiento con monóxido de carbono, falta de oxígeno o ambos. Los testimonios disponibles indican que los hombres de las SS y los auxiliares ucranianos tenían los conocimientos para hacer las reparaciones y los ajustes necesarios.
NOTAS
[1] Friedrich Berg, “The Diesel Gas Chambers: Myth within a Myth” en http://www.ihr.org/jhr/v05/v05p-15_Berg.html.
[2] Friedrich Berg, “Pat Buchanan and the Diesel Exhaust Controversy” en http://www.nazigassings.com/PatBuchanan.htm and Friedrich Berg, “The Diesel Gas Chambers: Myth within a Myth”.
[3] El documento original de Berg, “The Diesel Gas Chambers: Myth Within a Myth”, se publicó en el Journal for Historical Review en 1983. Luego desarrolló el tema en varios artículos disponibles en su sitio web www.nazigassings.com. (Advertencia: este sitio es explícito y ofensivo)
[4] Pueden leer el estudio “The Significance of Diesel-Exhaust-Gas Analysis”, de John C. Holtz y M.A. Elliott, Transactions of the ASME (American Society of Mechanical Engineers), (1941) 63(2) en http://cybra.lodz.pl/Content/6253/v63no2_1941.pdf , página 18.
[5] R.E. Pattle, H. Stretch, F. Burgess, K. Sinclair y J.A.G. Edginton, “The Toxicity of Fumes From a Diesel Engine Under Four Different Running Conditions”, British Journal of Industrial Medicine, (1957), 14 en http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC1037740/pdf/brjindmed00217-0053.pdf .
[6] Para un análisis más extenso sobre este asunto, véase el trabajo de Jonathan Harrison, Robert Muehlenkamp, Jason Myers, Sergey Romanov y Nicholas Terry, Belzec, Sobibor, Treblinka: Holocaust Denial and Operation Reinhard. A Critique of the Falsehoods of Mattogno, Graf and Kues (“Corpse Color”), pp. 328-333 en http://holocaustcontroversies.blogspot.com/2011/12/belzec-sobibor-treblinka-holocaust.html.
[7] La carta está disponible en inglés en http://holocaustcontroversies.blogspot.de/2015/10/contemporary-german-documents-on.html#_doc4.
[8] Jonathan Harrison, Robert Muehlenkamp, Jason Myers, Sergey Romanov y Nicholas Terry, Belzec, Sobibor, Treblinka: Holocaust Denial and Operation Reinhard. A Critique of the Falsehoods of Mattogno, Graf and Kues en http://holocaustcontroversies.blogspot.com/2011/12/belzec-sobibor-treblinka-holocaust.html. Véase pp. 283, 317 (Bauer) y pp. 288, 191 (Fuchs). Para leer sobre los ucranianos que reparaban y modificaban los motores, véase p. 324.