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¿El Informe Gerstein constituye evidencia fidedigna de los campos de la muerte de Treblinka, Belzec y Sobibor?
Los negacionistas del Holocausto argumentan lo siguiente:
Según los negacionistas del Holocausto, el “dudoso” Informe Gerstein vio la luz por primera vez en el Tribunal Militar Internacional de Núremberg. Tras la mención en el tribunal, el informe se convirtió en la “piedra angular” de la “mitología de las cámaras de gas” de los campos de la muerte de la Operación Reinhard.[1]
Además, los negacionistas del Holocausto argumentan que la “prensa mundial” aprovechó el contenido sensacionalista del Informe Gerstein simplemente para “vender periódicos”. Lo promocionaron tanto que, a pesar de sus fallas e imposibilidades, se ha impuesto de manera general como la verdad, sin ninguna clase de corroboración documental ni de testigos.[2]
Los hechos son:
El Informe Gerstein no es “dudoso”. Aunque tiene sus fallas, de las que los historiadores del Holocausto son plenamente conscientes, los testimonios de los perpetradores nazis y sobrevivientes judíos corroboran aspectos importantes del testimonio de Gerstein. Y lo más importante es que los testimonios corroboran su declaración sobre el proceso y el método de asesinato en masa en Treblinka y Belzec.
Evidencia corroborante que respalda el Informe Gerstein:
El informe de Gerstein no es la única prueba de que existían cámaras de gas en Treblinka y Belzec. Los sobrevivientes judíos y los perpetradores nazis también corroboran su existencia.
Rudolf Reder fue deportado de Lvov a Belzec hacia fines de agosto de 1942, donde lo pusieron a trabajar descargando los cadáveres de las cámaras de gas. Fue el único sobreviviente judío que atestiguó las actividades de la sección de la muerte del campo. Escapó cuando los guardias lo escoltaron hacia el exterior del campo para recolectar materiales de construcción y sobrevivió al resto de la guerra en la clandestinidad. Dio su testimonio a diversos grupos de investigación en 1945, publicó un libro sobre sus experiencias en 1946 y ofreció otra declaración para el juicio de Joseph Oberhauser, el comandante de Belzec. Emigró a Canadá a principios de la década de 1950, bajo el nombre de Roman Robak, donde falleció a finales de la década de 1960 o principios de la de 1970. Es importante destacar la cronología del testimonio de Reder. Ofreció pruebas testimoniales por primera vez en 1945. Por lo tanto, no podría haber estado influenciado por el informe de Gerstein, como argumentan los negacionistas del Holocausto, ya que este se dio a conocer por primera vez en 1946.[3]
Ciertos exnazis también corroboran aspectos importantes del informe de Gerstein. Wilhelm Pfannensteil era un químico e higienista de las SS que acompañó a Kurt Gerstein en su visita a Belzec y Treblinka. Proporcionó diversas declaraciones tras la guerra ante distintas autoridades, y también testificó en el juicio de 1965 contra Josef Oberhauser, comandante de Belzec.[4] Pfannensteil nunca negó haber presenciado un gaseo masivo en Belzec y, además, corroboró los detalles críticos del informe de Gerstein, en especial los relacionados con la operación de gaseo propiamente dicha. Asimismo, Robert Jührs y Karl Schluch fueron guardias de las SS en Belzec. Se los arrestó en 1963 por sus actividades en Belzec, pero, a fin de cuentas, no se presentaron cargos en su contra y fueron liberados. Declararon como testigos en el juicio de 1965 contra Josef Oberhauser.
Se pueden comparar fácilmente las declaraciones de estos cuatro individuos sobre Belzec con evidencia documental y con el testimonio de Gerstein.[5]
Crédito de la fotografía: United States Holocaust Memorial Museum, cortesía de Instytut Pamieci Narodowej
La llegada de los transportes:
Sobre la llegada de los transportes, Gerstein escribió: “… llegó un tren de 45 vagones desde Lemberg [Lvov en polaco]. … unas 6,700 personas, de las cuales 1,450 ya están muertas al llegar”.
En efecto, los registros de transporte de las autoridades ferroviarias alemanas indican que unos 50,000 judíos de Lemberg (Lvov en polaco) llegaron a Belzec entre el 10 y el 23 de agosto de 1942. Este arribo documentado de judíos de Lemberg concuerda con el informe de Gerstein. (Además, Rudolf Reder declaró haber estado en uno de estos transportes).[6]
Descripciones del edificio con las cámaras de gas:
Gerstein describió las cámaras de gas de esta manera: “Ante nosotros, aparecía una especie de establecimiento de baño. Grandes macetas de hormigón con geranios decoraban ambos lados del frente, luego emergía una pequeña escalera y, más adelante, a la derecha e izquierda respectivamente, 3 pabellones de 5 x 5 m [16.5 pies x 16.5 pies], de 1,90 m [6 pies] de altura, con puertas de madera como de cocheras. En el muro de la parte inferior, velados por la oscuridad, se entreveían portones corredizos de madera. En el techo, como una ‘broma sutil’, ¡la estrella de David! …En el frente del edificio, una inscripción: ‘Fundación Heckenholt’… Heckenholt es el operador del motor de diésel…”.
El sobreviviente judío, Rudolf Reder, suministró una descripción similar:“La puerta al edificio estaba precedida por tres escalones de un metro de anchura sin baranda. En el frente, había una gran maceta con plantas. La fachada llevaba una inscripción en letras grandes: ‘Bade und Inhalationsräume’. Los escalones llevaban a un corredor totalmente vacío, sin luces, solo cuatro paredes de cemento. Era muy largo, aunque solo de un metro y medio [5 pies] de ancho. En ambos lados del corredor, había puertas hacia las cámaras de gas. Eran puertas corredizas de madera, con picaportes de madera. Las cámaras de gas no tenían ventanas… Ni el corredor ni las cámaras de gas tenían más de 2 m [6.5 pies] de altura. En la pared opuesta a la entrada de cada cámara de gas había más puertas corredizas de 2 m [6.5 pies] de ancho. A través de estas se arrojaban los cadáveres de los gaseados hacia el exterior”.[7]
Esta es la declaración de Wilhelm Pfannenstiel: “El centro de exterminio completo parecía una institución normal de despioje. En el frente del edificio, había macetas con geranios y un cartel que leía ‘Fundación Hackenholt’, sobre el cual había una estrella de David. El edificio estaba pintado de colores agradables y brillantes, para no dar la impresión de que se asesinarían a personas allí. Por lo que vi, no creo que los individuos recién llegados tuviesen idea alguna de lo que estaba por sucederles”.[8]
El llenado de las cámaras de gas:
Las palabras de Gerstein: “Las cámaras están llenas. ‘¡Cárguenlas hasta colmarlas!’, son las órdenes del capitán Wirth. Las personas se pisan los pies entre sí, 700-800 en 25 metros cuadrados [270 pies cuadrados], en 45 metros cúbicos [1560 pies cúbicos].Los hombres de las SS los comprimen entre sí tanto como pueden. Las puertas se cierran”.
Karl Schluch, un guardia de las SS, relató las mismas condiciones de hacinamiento: “Se había apiñado a los judíos en las cámaras de gas”.[9]
Las mentiras empleadas para mantener calmos a los judíos:
Gerstein proporcionó la siguiente descripción: “En la esquina está parado un hombre corpulento de la unidad de las SS, quien dice en una voz untuosa a estos desdichados: ‘¡No sufrirán ningún daño! Solo será necesario que respiren profundo en las cámaras, esto mejora los pulmones; la inhalación es necesaria debido a las enfermedades y a las epidemias’. A los que preguntan qué será de ellos les responde: ‘Sí, naturalmente, los hombres deberán trabajar, para construir casas o caminos, pero no será necesario que las mujeres lo hagan. Solo si así lo desean podrán ayudar con las tareas domésticas o en la cocina’. Para algunas de estas almas desdichadas, es un pequeño atisbo de esperanza que basta para hacerlos caminar sin resistencia los pocos pasos que conducen a las cámaras”.
Rudolf Reder atestiguó las mismas mentiras:“Apenas se vaciaba el tren, se reunía a todas las víctimas en el patio… Entonces, ese Irrmann [un hombre de las SS] pronunciaba un discurso. Había un silencio sepulcral. Irrmann estaba cerca de la multitud. Todos querían oírlo… Habló muy alto y claro: ‘Ihr jeht jetzt baden, nachher warden Ihr zur Arbeit geschickt’. [‘Ahora van a tomar un baño y después irán a trabajar’].… La multitud se regocijó; todos estaban aliviados de que trabajarían… Era un momento de esperanza, de ilusión. La multitud estaba en paz y en silencio mientras avanzaba…”.[10]
El asesinato de los judíos que no podían caminar hasta las cámaras de gas:
Gerstein proporcionó un informe de lo que les sucedía a los que no eran capaces de caminar hasta las cámaras de gas: “Solo se apartaba a unas pocas personas muy viejas y muy débiles; luego, se les disparaba”.
Robert Jührs confirmó estos asesinatos, en los que también participó:“… a algunos judíos les hubiese resultado imposible caminar la larga distancia hasta los barracones y desvestirse… Los judíos en cuestión eran conducidos por la cuadrilla de trabajo judía hasta la puerta y de allí a la zanja, por otros trabajadores judíos… Diría que estaban más muertos que vivos. Es difícil describir la condición de estas personas tras el largo viaje en los vagones de carga indescriptiblemente atestados. Sentía que matarlos de esa manera era una amabilidad y una liberación. Disparé a los judíos con una ametralladora desde el borde de la zanja”.[11]
Las condiciones de las cámaras de gas cuando se abrían:
Gerstein afirma: “Los muertos están de pie como pilares de basalto, distribuidos y apretados entre sí dentro de las cámaras. No había lugar para que se cayeran ni se inclinaran hacia delante”.
De nuevo, Rudolf Reder: “Cuando, después de veinte minutos de gaseo, los solicitantes [guardias ucranianos] abrían las puertas cerradas herméticamente, los muertos estaban en una posición erguida”.[12]
La extracción del oro de los dientes de los cadáveres:
Gerstein escribió: “Dos docenas de dentistas abren las bocas con ganchos y se fijan si hay coronas de oro. Con oro a la izquierda, sin oro a la derecha. Otros dentistas rompen las coronas y los dientes de oro con la ayuda de pinzas y martillos para extraerlos de las mandíbulas”.
Rudolf Reder presenció lo mismo: “En esos pocos cientos de metros que separaban las cámaras de gas de los pozos, había unos dentistas con pinzas. Detenían a todos a medida que arrastraban los cadáveres. Abrían las bocas de los muertos y arrancaban los dientes de oro, que tiraban en cestas preparadas para este fin. Había ocho dentistas, por lo general hombres jóvenes seleccionados especialmente para hacer esta tarea… Al atardecer, volvían a los barracones con canastas llenas de dientes, coronas de oro y puentes. Entonces separaban el oro, que se derretía para hacer lingotes… 1 cm [0.4 pulg] de espesor, 50 mm [2 pulg] de ancho y 20 cm [8] de largo”.[13]
Buchenwald, [Thuringia] Alemania, 5 de mayo de 1945. United States Holocaust Memorial Museum, cortesía de los Archivos Nacionales y Administración de Documentos de los Estados Unidos, College Park. [Dominio público] a través de Wikimedia Commons
Por su parte, Karl Schluch relata: “Los cadáveres se sacaban de las cámaras y un dentista los examinaba de inmediato. Estos quitaban los anillos y extraían dientes de oro cuando los encontraban”.[14]
Conclusión:
La historia responsable se escribe comparando entre sí la evidencia documental y de testigos presenciales. Se determinan las interpretaciones más razonables, y todas las fuentes se examinan críticamente para señalar los errores, las exageraciones y la especulación. Aunque los negacionistas del Holocausto hacen su mejor esfuerzo para desacreditar el informe de Kurt Gerstein, la esencia del documento —la descripción del asesinato en masa de Belzec— en realidad está corroborado por las declaraciones de otros testigos presenciales, incluidos sobrevivientes y perpetradores.
NOTAS
[1] Paul Rassinier, Debunking the Genocide Myth (“Chapter Thirteen: Witness, Testimonies, and Documents, IV. The Witness Kurt Gerstein”) en http://www.ihr.org/books/rassinier/debunking2-13.html. Esta es la versión en línea de su libro original, The Drama of the European Jews (Steppingstones Publications, 1975). Véase también “The ‘Confessions’ of Kurt Gerstein” en http://www.ihr.org/jhr/v10/v10p223_Dibert.html y “Il Rapporto Gerstein: Anatomia Di Un Falso” en http://www.ihr.org/jhr/v07/v07p115_Hall.html.
[2] Paul Rassinier, Debunking the Genocide Myth (“Chapter Fourteen: Statistics: Six Million or…”) en http://ihr.org/books/rassinier/debunking2-14.shtml . Esta es la versión en línea de su libro original, The Drama of the European Jews (Steppingstones Publications, 1975).
[3] El único otro judío sobreviviente que habló sobre las actividades en Belzec fue un hombre llamado Chaim Hirszman. Hirszman escapó del transporte que llevaba a los últimos 300 judíos de Belzec a Sobibor (donde se disparó a los otros). Sobrevivió la guerra, pero fue asesinado por antisemitas polacos el 19 de marzo de 1946, el mismo día que había empezado a proporcionar evidencia a la Comisión Histórica Judía en Lublin. Véase también Rudolf Reder, “Belzec”, en Polin: Studies in Polish Jewry, vol. 13 (“Focusing on the Holocaust and its Aftermath”), editado por Antony Polonsky (Littman Library of Jewish Civilization, 2000), pp. 268-289.
[4] Véase http://www.nizkor.org/ftp.cgi/people/p/ftp.py?people/p/pfannenstiel.wilhelm/pfannen.001 y http://www.nizkor.org/ftp.cgi/people/p/ftp.py?people/p/pfannenstiel.wilhelm/pfannen.002 para revisar los extractos pertinentes del texto de la declaración de Pfannenstiel del 25 de abril de 1960. Véase el texto completo en Ernst Klee, Willi Dressen, Volker Riess, editores, “The Good Old Days”: The Holocaust as Seen by Its Perpetrators and Bystanders (Free Press, 1988), pp. 238-244.
[5] Todas las citas de Gerstein se toman del Informe III (en alemán, mecanografiado, 4 de mayo de 1945). No obstante, los Informes I y II son casi idénticos. Véase la traducción al inglés y el original de los tres informes en Henri Roques, The ‘Confessions’ of Kurt Gerstein (Institute for Historical Review, 1989). Informe I (en francés, manuscrito, con fecha del 26 de abril de 1945): traducción al inglés, pp. 19-27, original en francés, pp. 210-221. Informe II (en francés, mecanografiado, con fecha del 26 de abril de 1945): traducción al inglés, pp. 27-36, original en francés, pp. 222-228. Informe III (en alemán, mecanografiado, con fecha del 4 de mayo de 1945): traducción al inglés, pp. 73-89, original en alemán, pp. 229-246.
[6] Véase Yitzhak Arad, Belzec, Sobibor, Treblinka: The Operation Reinhard Death Camps (Indiana University Press, 1987), Apéndice A, para la lista de deportaciones conocidas a los campos de la Operación Reinhard. Véase también Robin O’Neil, Belzec: Prototype for the Final Solution: Hitler’s Answer to the Jewish Question en http://www.jewishgen.org/yizkor/belzec1/belzec1.html, Apéndice 1, en http://www.jewishgen.org/yizkor/belzec1/bel901.html.
[7] Rudolf Reder, “Belzec”, en Polin: Studies in Polish Jewry, vol. 13 (“Focusing on the Holocaust and its Aftermath”), editado por Antony Polonsky (Littman Library of Jewish Civilization, 2000), pp. 268-289 (véase p. 275).
[8] Véase http://www.nizkor.org/ftp.cgi/people/p/ftp.py?people/p/pfannenstiel.wilhelm/pfannen.001 y http://www.nizkor.org/ftp.cgi/people/p/ftp.py?people/p/pfannenstiel.wilhelm/pfannen.002 para revisar los extractos pertinentes del texto de la declaración de Pfannenstiel del 25 de abril de 1960. Véase el texto completo en Ernst Klee, Willi Dressen, Volker Riess, editores, “The Good Old Days”: The Holocaust as Seen by Its Perpetrators and Bystanders (Free Press, 1988), pp. 238-244.
[9] Eugen Kogon, Hermann Langbein y Adalbert Rückerl, editores, Nazi Mass Murder: A Documentary History of the Use of Poison Gas (Yale University Press, 1994), pp. 118-119.
[10] Rudolf Reder, “Belzec”, en Polin: Studies in Polish Jewry, vol. 13 (“Focusing on the Holocaust and its Aftermath”), editado por Antony Polonsky (Littman Library of Jewish Civilization, 2000), pp. 268-289 (véase pp. 273, 274).
[11] Eugen Kogon, Hermann Langbein y Adalbert Rückerl, editores, Nazi Mass Murder: A Documentary History of the Use of Poison Gas (Yale University Press, 1994), p. 120.
[12] Rudolf Reder, “Belzec”, en Polin: Studies in Polish Jewry, vol. 13 (“Focusing on the Holocaust and its Aftermath”), editado por Antony Polonsky (Littman Library of Jewish Civilization, 2000), pp. 268-289 (véase p. 278).
[13] Rudolf Reder, “Belzec”, en Polin: Studies in Polish Jewry, vol. 13 (“Focusing on the Holocaust and its Aftermath”), editado por Antony Polonsky (Littman Library of Jewish Civilization, 2000), pp. 268-289 (véase pp. 278, 279).
[14] Eugen Kogon, Hermann Langbein y Adalbert Rückerl, editores, Nazi Mass Murder: A Documentary History of the Use of Poison Gas (Yale University Press, 1994), pp. 118-119.